En esta segunda entrada sobre la Navidad, me gustaría compartir
algunas curiosidades sobre algunos de los orígenes de las costumbres y ritos
que hoy realizamos en estas fechas. Espero que alguna os sorprenda.
Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI. Fue debido a las
necesidades ecuménicas de la Iglesia, identificaron los tres reyes magos con
los tres hijos de Noé que, según el Antiguo Testamento, representaban a las
tres razas del mundo (entonces conocido): los europeos, los semitas y los
africanos.
Montar el belén fue una costumbre nacida nada más y nada
menos que en el siglo III, gracias a San Francisco de Asís. Tras asistir a la
celebración de la Natividad en Belén, quiso celebrar solemnemente una fiesta de
Navidad con el fin de exaltar la devoción popular por esta conmemoración.
La misa del gallo debe su nombre a la fábula que afirma que
el primer ser vivo que presenció el nacimiento de Jesús y lo comunicó al mundo,
fue un gallo.
Dos escritores americanos, Washington Irvin y Clement C.
Moore, fueron los que convirtieron a San Nicolás, el obispo turco protector de
los niños, en el actual Santa Claus. Posteriormente, los dibujos de Thomas Nast
esbozaron los rasgos básicos de la figura y fue Coca-Cola quien
encargo al publicista Sunndblom que remodelara la imagen de Santa Claus y en
1931 nació el Santa Claus con el aspecto con el que todos le conocemos hoy en
día.
El origen del árbol de navidad es antiquísimo y propio de
los pueblos indoeuropeos. Estos pueblos convirtieron en culto de la Madre
Naturaleza al árbol, principalmente el roble. Pero como el roble no crecía en
todas partes, cada pueblo adoptó su propio culto al árbol de la zona que
habitaba. De las ramas de los árboles se colgaban telas de colores y piedras
pintadas que actuaban como amuletos que propiciaban el regreso regenerador de
la Naturaleza. Fue san Bonifacio por el siglo VIII quien proclamó que el abeto era
el árbol del niño Jesús.
El acebo sustituyó al muérdago al ser prohibido este último
por la Iglesia Católica en los hogares por ser un símbolo bárbaro e idólatra.
La Iglesia eligió el acebo pues sus hojas recordaban las espinas de la corona
de Cristo.
Los colores de los adornos Navideños tienen un significado
mágico. Predominan el verde, amarillo, rojo, blanco y el azul. El color verde
es la representación de la Naturaleza; el amarillo es el color del sol y de las
espigas maduras de trigo; el rojo es el color del fuego y la sangre, ligados a
la vida; el blanco significa pureza y espiritualidad; por último, el azul
representa el cielo.
En cuanto a los adornos, la piña es símbolo de inmortalidad,
la estrella representa la resurrección, las campanas nos hacen llegar el sonido
de las verdades reveladas y las bolas representan a la manzana, fruto del
conocimiento y de la libertad de elección.
Una curiosidad para los amigos del ocultismo y la magia: si cortas una manzana por la mitad,
perpendicularmente al eje del péndulo, observarás que los alvéolos que
contienen las pepitas forman una estrella de cinco puntas.
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